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Los últimos sorbos de vino

Los últimos sorbos de vino

Se cree que la primera viña en Santiago fue plantada en 1554 por Diego García de Cáceres. Con los años, las viñas incrementaron de forma gradual, pero el crecimiento de la ciudad hizo que posteriormente muchas desaparecieran. Las que decidieron quedarse deben sortear problemas como el regadío y la falta de trabajadores.



Las oficinas de esta empresa están ubicadas en la ciudad de Santiago. El papeleo, el ajetreo de los trabajadores, el mobiliario, los horarios, son similares al común de otras oficinas. Pero a diferencia del común de las oficinas de Santiago, esta tiene un patio de 100 hectáreas. Un patio donde se cosechan uvas viníferas. Son las oficinas de la Viña Cousiño, una de las pocas que quedaron encerradas en medio de la ciudad.
“Mi bisabuela hablaba de ir a Santiago. Ella, que vivía acá en ese minuto, hablaba de ir a Santiago. Hoy día eso sería absurdo, si estamos en Santiago”, comenta Verónica Cousiño, sentada detrás de su escritorio.
La Viña Cousiño fue fundada en 1860 por Luis Cousiño. No era una idea original. Si bien en Santiago, hacia el año 1831 había solo 12 hectáreas de viñedos, desde la época colonial, en muchas casas e iglesias había parrones, de los que se producía vino para consumo personal en unas y para los sacramentos en las otras. En el terreno adquirido por Luis Cousiño había otras cepas sembradas desde 1540 aproximadamente. Cousiño solo renovó el cepaje.
Verónica Cousiño cuenta que hace muchos años el terreno destinado a la viña era de 300 hectáreas, de los que ahora solo quedan 100. El crecimiento constante y acelerado de la ciudad hizo que la actividad agrícola se hiciera cada vez más difícil. “Fue en el fondo tomar en conciencia que la ciudad ya era parte de los alrededores de la viña”, dice Verónica Cousiño.
Fue así como gran parte de los viñedos fue sustituida por el proyecto inmobiliario Parque Cousiño Macul, que busca equilibrar la construcción de viviendas con la implementación de áreas verdes. Por este motivo, alrededor de la viña, cada cierta cantidad cuadras es posible toparse con un parque. Estando dentro, lo único que delata que esto es una parte de la ciudad, son los buses anaranjados del Transantiago, que se ven al mirar por el camino principal de la viña hacia la calle.

Verónica Cousiño afirma que una de las razones por las que decidieron quedarse en Santiago es por el terroir, el terreno donde se planta la vid. Dice que en Peñalolén el terroir es muy bueno y que es especial para la producción de uva vinífera. Además, la viña es parte de su historia familiar, y no fue fácil tomar la decisión de reducirla a 100 hectáreas. “Nosotros nunca vamos a desaparecer 100% del mapa de Santiago”, afirma Verónica Cousiño.

Aquitania
Acaba de llover sobre Santiago. Al transitar por el camino principal de la Viña Aquitania, los pies se hunden en el barro, lo que resulta ser una trampa para alguien que camine presuroso. A un costado de la viña, se aprecia un edificio en construcción. El aire renovado tras la lluvia permite divisar, no muy lejos, el Costanera Center.
La historia de Aquitania es más reciente. Las primeras cepas fueron plantadas en 1990 en un terreno en Peñalolén, donde aún permanecen. El lugar fue elegido por las características del suelo. En ese entonces era un terreno rural. “Esto era agrícola, y como tal uno podía cultivar cosas anuales, podía criar animales, o como lo hicimos nosotros, plantar viña. Por lo tanto esa es la razón por la que estamos acá”, cuenta Felipe de Solminihac, enólogo y socio de Viña Aquitania.
A diferencia de la Viña Cousiño, allí solo había plantaciones de nogales y damascos. Solo diez años después de la fundación de la Viña Aquitania, comenzaron a proliferar condominios a su alrededor.
Felipe de Solminihac, coincide con Verónica Cousiño en que el terreno de Peñalolén es especial para los viñedos. No en vano las plantaciones han sobrevivido durante tantos años a las heladas y a las olas de calor, a las sequías y al exceso de lluvia. La contaminación de Santiago tampoco es algo que afecte a los viñedos. Tanto en Viña Aquitania como en Cousiño, dicen que las plantas descansan durante los meses más contaminados Santiago.

En el caso de la viña Cousiño el regadío resulta más complicado por la cantidad de agua que se necesita para cubrir todo el terreno. En las viñas rurales se utiliza un sistema en donde basta abrir una compuerta para regar todas las plantaciones. La Viña Aquitania no tiene esa dificultad, pues se implementó un sistema que permite ocupar el agua de forma más eficiente. Pero Viña Cousiño y Aquitania coinciden en que es difícil encontrar trabajadores apropiados. Ya casi no hay temporeros en Santiago
“Eso es una dificultad cada vez mayor en Chile. La agricultura no puede pagar lo que pagan la industria, la construcción y la minería”, asegura Felipe de Solminihac. Dice que un temporero en Viña Aquitania gana alrededor de 380 mil pesos. Dice que no es poco. Dice que la gente prefiere trabajar en otras cosas, en lugar de estar todo el día al sol. Dice que por eso durante la cosecha se traen trabajadores desde las afueras de la ciudad y que contratan buses para traerlos.

Blanca Bustamante, es subgerente de Comunicaciones Corporativas de Viña Concha y Toro. Cuenta que en el caso de Concha y Toro, no se han visto amenazados por el crecimiento de la ciudad. Es más, para ellos es beneficioso estar cerca de la ciudad ya que es más fácil para los turistas llegar a la viña. Trasladar la viña ni siquiera es una opción. La razón principal es la calidad del vino que se produce en el terreno que ocupan actualmente en Puente Alto “para producir ese vino hay que estar ahí, así que por eso son una joya ahí en medio de la ciudad”.

También cree que las viñas son un “pulmón verde” para Santiago y señala que los viñedos contribuyen a disminuir la contaminación atmosférica y acústica de la ciudad, “Después del cerro San Cristóbal es el área verde más grande que hay en la región metropolitana”, afirma Blanca Bustamante.

Sin embargo, desde el punto de vista de Kay Bergamini, geógrafo de la Universidad Católica, la importancia de las viñas urbanas depende del uso que tengan: “Si la vamos a dejar como un área privada, ahí uno se cuestiona si en realidad es valorable para la ciudad o no”. Además, cree que es cuestionable el hecho de que las viñas sean un pulmón para la ciudad, debido a que las parras son de hoja caduca. Durante los meses de mayor contaminación no tienen hojas y por lo tanto, no absorben CO2.

Kay Bergamini cree que la permanencia de estas viñas debe estar sujeta a evaluación, y que depende de para qué se quiera usar el terreno. Cree que si se trata de construir viviendas sociales, es mejor hacerlo en un terreno bueno y accesible, que en uno que resulte más barato, “Yo prefiero sacar la viña, y tener gente con conexión con acceso a metro que tener gente segregada que es lo que pasa hoy día.”

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